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Adivina quién se quedó con el regalo. ¿Edgar, yo… o el clon?
Adivina para quién son los zapatos. ¿Para mi o para el clon?

Trineo improvisado en nieve «improvisada»

Bebé
Quizás sería a finales del 77 cuando nos hicieron esta foto en el mirador de la Torre Latinoamericana, quizás Noviembre o incluso Diciembre. Detrás se alcanza a intuir levemente la ciudad aunque no creo que sea por la contaminación que se ve asi, quiero pensar que eran nubes. Y lo que más puede llamar la atención de la imagen no es mi gorro de marinerito ni tu peinado de «micrófono», sino a lo que parece que está apuntando el dibujo de la blusa de mi Mamá.
Benito Bodoque
Antes del bautizo oficial, en casa de mi abuelita Lolis








Las flores (Café Tacvba)
Familia
Tengo que preguntar a mi Mamá si ésta foto fue antes o después de que yo naciera. Supongo que después. Y es una de mis favoritas. Parece ser un barco, pues la gente detrás mira hacia abajo, pero tampoco estoy seguro. Me gusta por la sensación que me transmiten sus caras y porque creo que en ella se muestra lo mismo que siempre he sentido con respecto a los demás. El estar en un mundo diferente, con la gente al rededor, la familia, los amigos, compartiendo experiencias comunes con ellos pero, al igual que todos, en un mundo aparte, nuestro propio mundo.
Hace pocos años, y no recuerdo el motivo, salió en una conversación con mi Mamá el tema de tu niñez. No es algo de lo que te gustaba hablar, pues no recuerdo que me hicieras ninguna referencia del tema (a excepción de que de niño eras rubio, cosa que a todos nos costaba creer y si fue cierto o no, al final se quedó como una broma). En todas las familias hay secretos, cosas que cuando uno es niño ni siquiera se puede imaginar, acerca de nuestros padres; y de mayores no influyen en absoluto en nuestras vidas. Pero una vez que salen a flote nos cuesta creer y nos ayudan a comprender mejor a los protagonistas.
Por lo que sé, tu infancia no fue fácil. Y me dolió mucho enterarme de algunas cosas que viviste. Tú se las contaste a mi Mamá y quizás ni mi tía Marta, ni mi tía Irma, incluso ni mi abuelita Lolis llegaron a enterarse, porque hay cosas que marcan nuestra niñez y nos persiguen siempre, aunque las «enterremos» en la memoria.
De vez en cuando íbamos de visita a casa de esa señora. Yo, de niño, no sabía muy bien quién era esa mujer que yo veía tan corpulenta y siempre muy amable y cariñosa con nosotros. «¡Nachito!», te decía, siempre dispuesta a darte un fuerte abrazo. Ahora comprendo que de esa manera quizás ella creía que iba a limpiar todo lo que te había hecho cuando tuviste que ir a vivir a su casa, no sé por cuánto tiempo ni cuántos años tendrías. Imagino lo que debías sentir cada vez que la veías tan cariñosa contigo muchos años después. Así como también entiendo muy bien que no hayas querido ir cuando te avisaron que había muerto tu padre. Hay personas que nos quieren, hay personas que nos lastiman, nosotros decidimos quién nos merece la pena. Seguramente habrás perdonado a todas las personas que te lastimaron. La vida se habrá encargado de ser justa con ellos.
Cumpleaños de EdgarY todo lo anterior viene porque hay personas que se encuentran en el camino, con vivencias similares y saben que deben estar juntas. Mi Mamá, en su vida antes de conocerte, también tuvo algunos momentos que seguramente conoces, y los cuales, al enterarme hace pocos años, me han hecho comprenderla mejor. Estoy seguro que esos fantasmas que ambos traían se esfumaron al encontrarse, conocerse, irse a vivir juntos y darnos la vida y los momentos tan felices a Beny y a mi. No querían que nosotros pasáramos por lo mismo que ustedes.



Soy tu destino (Fangoria)
Juegos
Una de las cosas que más recuerdo compartidas contigo, aunque muy vagamente quizás por la edad que yo tendría, son las tardes, alrededor de las 7 y probablemente en la casa de San Ángel, con aquella cama redonda (así la llamábamos nosotros aunque la palabra correcta sería circular); antes o después de cenar, ponernos a ver los Muppets. No recuerdo si Beny también lo veía pero si yo era chico ella debía ser una bebé todavía, y a mi mamá nunca le han gustado tanto y ya sea que estuviera preparando la cena o arreglando cualquier otra cosa en la casa.
Me acuerdo que te sentabas recargado a la pared en una almohada y yo me sentaba entre tus rodillas, y en frente la televisión. A mi me gustaba el Show de los Muppets, no sé a ti, pero si no, era algo que sabías que me gustaba y compartías conmigo. Recuerdo haber visto precisamente el programa donde salen los personajes de la Guerra de las Galaxias. Quizás, y gracias a «Cerditoos en el espacioooo», surgió un juego entre nosotros que lo llamábamos «la nave espacial». Cuando Beny creció también se montaba en la nave y nos turnábamos. Y el juego consistía simplemente en que sentados entre tus piernas como expliqué antes nos movías de un lado a otro, simulando que íbamos en una nave; entre más rápido y fuerte movías las piernas con nosotros sentados en medio más crecía la diversión.

En ese programa precísamente se unían dos de las cosas que hasta ahora me persiguen. La primera, como ya te dije, era Peggy, René y todos los demás; y en segundo lugar La Guerra de las Galaxias. Pero hablaré de ello en alguna otra ocasión, pues son varios los recuerdos que tengo al respecto.
Los Muppets, desde entonces han formado parte importante en mi vida, a tal grado que… me he mimetizado. E incoscientemente he arrastrado, sin ella quererlo ni temerlo, a Beny, que ha tenido que sufrir en sus carnes toda mi «obsesión» por el mundo Muppetil. Lo que ella no sabe es que en el fondo también es uno de ellos, lo puedes comprobar en las segunda foto. En la primera están mi mamá, tú y el primer Muppet de la famila, yo. Lástima que en una foto no aparezca lo que los fotografiados estaban pensando en el momento de la instantánea, pero en esta lo he descifrado, lo leo en sus ojos… «¡¡Dios mío, hemos creado un Muppet!!».

El segundo Muppet de la familia
Familia
Espero que Mamá y Beny me refresquen la memoria de vez en cuando para poder escribir más cosas.
Nuestro primer vuelo en avión.
Como en esta foto, y hasta hoy, los cuatro, nunca hemos dejado de volar juntos. Todavía sigo pidiendo ventanilla.